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El regreso

La habitación tapizada de murales coloridos y casi parlantes, una trampa para los sentidos, adormecidos por el calor de la chimenea, y sin embargo alerta, aparentemente, no sucedía nada, todo lo preestablecido se dejaba hacer como estaba dicho por las improvisadas maneras esperadas, el plato en la mesa, el vino en las copas, las risas educadas y las miradas cómplices que tanto agradaban a la abuela McRae, orgullosa de su poder culinario, pues aún sabía cocinar un jabalí mejor que nadie en el mundo, y mejor que nadie en el mundo, quería decir que todos se quedarían en silencio unos segundos y la mirarían con asombro, puede que a la pequeña Maria le brotasen unas lágrimas de emoción de sus ojos avispados y tal vez a Ian se le escapase esa exclamación de placer muy similar a esa otra que solo conocía Megan en la tenue suavidad de su alcoba. Así es como era, así es como estaba dicho que había de ser. Y así se sabían. Pues era cierto.

Las nieblas del Lago se habían disipado pronto, y a medida que el Sol ascendía en el Este, los pasos aún vigorosos y alegres de la mujer anciana, habían encontrado, como siempre que se adentraba en la blanca y espesa mañana, las moras necesarias para preparar la exquisita salsa, feliz, imaginó como al captar el olor del chocolate fundido, su nieta correría impaciente a la cocina, ella la dejaría ensuciarse los dedos y los labios, después la enviaría al río a por piedras que calentar al fuego para preparar algo importante a media tarde, excusa utilizada por la abuela de su abuela cuando no quería ver niños corretear por la cocina de Eilean Donan, la cocina que había visto crecer varias generaciones de McRae de caras tiznadas, olor a tierra viva y pelos enredados por el viento frío y cortante de los amaneceres en las Highlands.

El abuelo ya había depositado en la mesa de madera que tantas historias conocía, y tantos secretos guardaba, las patatas y las hortalizas y esperaba que la mujer a la que no había dejado de amar ni un solo minuto desde hacia casi toda la eternidad, regresase de su paseo en el alba, le daría un beso y le gastaría una broma, y luego cruzaría el puente camino a la taberna de Billing, a reunirse con sus amigos, hablarían del buen tiempo que hacía para ser Enero, o de la nueva y extraña maestra que había llegado a la aldea, revolucionando las ideas de los alumnos con poesía americana, eran ya demasiados los que se fueron a buscar sandias gigantes y guisantes de 2 kilos, y nadie había regresado para contar si era cierto que los bosques no terminaban nunca o si las cimas de las montañas tocaban el cielo.

Con cierta añoranza de la primera juventud, el mayor de los abuelos, regresó al castillo, en la bodega esperaban algunas botellas para desentumecer los huesos y alegrar los corazones de la familia, le gustaba adentrarse en ese túnel del tiempo, encender la luz de la vela que con cariño hacía su hija cada día primero de mes y descubrir maravillado que contemplar la historia de cada uno de los toneles de roble, era contemplar su propia historia, que algunos de los barriles sabían más de él mismo que muchos de los habitantes de su amado pueblo, y que en la noche que guarda los dolores y las alegrias, hacia ya algunos años,en aquella bodega, su más amado nieto se despidió de él para adentrarse en la mar traicionera, para encontrar praderas en las que galopar sin fin… y no pudo entristecerse, porque eso era lo que corría por las venas de los McRae, sangre, valor y sed de aventuras.

Sin embargo…como le hubiese gustado escuchar su risa atronadora y clara como las aguas del arroyo al degustar el primer bocado del jabalí, y como le hubiese gustado rebuscar con él en la biblioteca esto o aquello, y conversar hasta que las últimas luces de la tarde se oscureciesen acompañando al ocaso de gotas de lluvia transparente, dibujando un velo de misterio, dejando adivinar el despertar de las criaturas nocturnas del bosque, el antiguo y hermoso bosque que colindaba con los muros vestidos de musgo, en la frontera de los mundos real e imaginario.

Todos estaban ocupados en los preparativos de la comida, salió entonces a respirar el aire fresco del mediodía, los perros le siguieron, más que correr, revoloteaban a su alrededor, y el halcón saludó al amigo de tantos años, sin embargo, ese día, el día de su 99 cumpleaños, el compañero alado traía un nuevo mensaje, y con la libertad que dan las alas, se posó en la roca que durante cientos de años había visto ir y venir tormentas y cielos nuevos, y el abuelo, que sabía entender el lenguaje del halcón, se detuvo a unos metros de la puerta y esperó, esperó lo que sabía que podía esperar, y así fue como de entre las ramas curvadas, vio llegar al añorado Páladan, y no venía solo.

...continuará...

2003-06-16 16:47 | 2 Comentarios


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Comentarios

1
De: Elendili Fecha: 2003-06-16 23:17

...y tanto que continuará, como mínimo en la imaginación de más de uno como, máximo hasta donde usted quiera...



2
De: Angelina Fecha: 2003-06-17 15:33

...hasta el infinito y mas allá.



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